domingo, 14 de agosto de 2011

La Santa Cruz.



Por Jorge Juan Perales.

Si los diseñadores del Valle de los Caídos no hubieran erigido la enorme Cruz que se alza en Cuelgamuros, presidiendo la Sierra principal del Sistema Central de España, hoy las fuerzas del mal no arremeterían con saña sobre un cementerio y contra una Basílica Católica, custodiados por unos indefensos mojes benedictinos que solo oran y laboran.

Es evidente que es el símbolo de la Cruz lo que les enerva. Es ver la Cruz los que les inquieta. En la Cruz está el sentido histórico de la realidad del cristianismo situado en el centro de España, en el centro de Occidente, en el centro del Mundo y en el centro del Cosmos. Es la Cruz humilde, símbolo de perdón y reconciliación, lo que parece que no pueden soportar. Es la Cruz el árbol de la Vida, el báculo de la Verdad, de la Libertad y de la Justicia, lo que aún sabiéndolo no quieren reconocer. Es la Cruz el estandarte del HOMBRE LIBRE que los cobardes no se atreven a mirarle de frente y responder con un SI. ¿Por qué me has creado libre, a tu imagen y semejanza, y no tengo tu PODER? Preguntan los hombres, envidiosos, vanidosos, engreídos, codiciosos, ambiciosos, maliciosos, resentidos… al Creador. Estos hombres no son ateos, que no pueden odiar a quién no conocen; no son agnósticos, que no pueden odiar a quien dudan de su existencia; son creyentes de la existencia del Señor del Universo, saben quién es, saben que quiere, saben que son amados, pero quieren más, quieren su PODER. Y el Creador les muestra la Cruz, El mismo Encarnado en el hombre Jesús de Nazaret, se muestra en la Cruz, realidad de muerte Viva de Verdad y Resurrección, la AUTÉNTICA LIBERTAD. Es la Cruz la espada de los cristianos, el arma vencedora contra el monstruo rebelde, destructivo, alimentador de odios. Es la Santa Cruz bajo cuya protección pidió, en su testamento, ser enterrado José Antonio Primo de Rivera.

En estos días de Agosto de 2011 acuden a todas las diócesis de España, con destino Madrid, cientos de miles de jóvenes, de todos los contenientes, a reunirse a los pies de la Santa Cruz-de los jóvenes- que han paseado por el Mundo, convocados por el Papa Benedicto XVI, para alabar al Señor y dar testimonio de Él. ¿Qué daño hacen con esto? ¿Por qué se les critica o se les pretende silenciar? Vienen libremente y costeándose sus viajes y su sustento. ¿A qué viene tanto odio? Si traen alegría, paz y amor. Si la única arma que traen es una Cruz y los Evangelios. Si quieren escuchar al Papa y compartir generosamente la Verdad en la que creen, sin miedo al compromiso con sus valores. ¿Qué tienen dentro de su ser los que les odian por tener FE en un “hombre”- obrero carpintero – que fue ajusticiado en una Cruz de madera? Odian la FE, arremeten contra la FE, porque saben que el HOMBRE que murió en la Cruz y Resucitó, era Dios mismo, que tiene todo el Poder sobre la Vida y la Muerte, sobre las fuerzas de la naturaleza, sobre las leyes del Universo y esto no lo soportan, no aceptan no ser Dios, es el pecado narcisico el origen del mal. El mal conoce al Bien. El mal está en donde se rechaza o en donde usando la libertad se excluye al Bien. El Bien ama hasta el extremo y aún con dolor respeta a la Libertad creada en cada hombre a su imagen y semejanza. En la libertad está la capacidad del hombre para salvarse o condenarse. El Bien pretende la salvación de todos. Donde no se reconoce al Bien se instala el mal, libre y voluntariamente querido. La consecuencia es y será obvia.

Dice el poeta:

Hazme una cruz sencilla,
carpintero…
sin añadidos
ni ornamentos…
que se vean desnudos
los maderos,
desnudos
y decididamente rectos:
los brazos en abrazo hacia la tierra,
el astil disparándose a los cielos.
Que no haya un solo adorno
que distraiga este gesto:
este equilibrio humano
de los dos mandamientos…
sencilla, sencilla…
hazme una cruz sencilla, carpintero.

LEÓN FELIPE (1884-1968)

La Santa Cruz estará estos días dentro y fuera de los jóvenes participantes en la JMJ de Madrid. Madrid les recibirá, con la CRUZ DEL NORTE, un gran Cirio Pascual, erigido en uno de los más altos edificios de la Villa, que iluminará la noche madrileña, allí donde ya se encuentra, en su piso treinta y tres, el Sagrario más cerca del Cielo de España. Edificio en donde ondea permanentemente la Bandera Nacional de España en la cúspide de su estructura. Pasará desapercibido el obelisco claramente masónico de la cercana Plaza de Castilla. Como también el Parque del Buen Retiro se convertirá en el lugar de Perdón y Reconciliación con miles de confesionarios repartidos por todos sus jardines, neutralizando el monumento al “ángel caído” que verá de nuevo que no tiene PODER sobre el SEÑOR, ni sobre su IGLESIA. Abrazados a la Cruz, firmes en la FE, amemos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Que la Cruz sencilla, la Cruz del sacrificio del Cordero, victoriosa en el amor, proteja a los hombres y especialmente a los jóvenes del mal.



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