Enterrado en el altar mayor de la iglesia parroquial de Navalcán reposa el Siervo de Dios César Eusebio Martín. Natural de esta localidad, recibió la ordenación sacerdotal el 14 de junio de 1930. Cuando estalló la guerra ejercía el ministerio como Capellán de las monjas Terciarias carmelitas del Hospital de Oropesa (actualmente esta congregación recibe el nombre Carmelitas Misioneras, fundadas por el Padre Palau, siguen trabajando en Oropesa).
Su madre declaró que su hijo se pasaba aquellos días leyendo historias de mártires y rezando. Enseguida fue detenido y conducido al Comité. Tras un ridículo interrogatorio sobre si era cura o no, ante su afirmación, le sentencian a muerte. Al salir un grupo de gente quiso lincharlo en la plaza. Le montan en un coche, con un piquete de milicianos, camino de Calzada de Oropesa. A los pocos kilómetros le ordenan bajar y caminar, pero él les dice sereno: Sé lo que me vais a hacer; que Dios os perdone, como yo os perdono. Mas antes, según confesaron los mismos asesinos, le habían instado a gritar: ¡Viva el comunismo!, a lo que él siempre respondía valientemente: ¡Viva Cristo Rey! Era el 27 julio de 1936.
No hay comentarios:
Publicar un comentario