jueves, 5 de mayo de 2011

Las reformas sangrientas no han hecho más que empezar.

Por Ceferino L. Maestú.

Las fotos han sido de fiestas y al líder de la UGT solo le ha faltado besar al Rey. La noticia no era para menos: “Ya no hay motivo para la huelga general. Se ha restablecido, con éxito la negociación social”.

Pero lo conseguido es solo un pacto entre el gobierno y unas organizaciones que carecen de responsabilidad mayoritaria y, desde luego, muy inferior a la del colectivo de quienes han perdido su empleo o siguen perdiéndolo sin parar.

Ahora, lo bueno y malo que han celebrado tendrá que ser revalidado por los partidos en las cortes, como reforma de una Ley, y ya veremos como queda el problema de las pensiones de jubilación.
Porque, su éxito o fracaso va a depender de que el paro obrero no siga creciendo y que aumenten las cotizaciones a la Seguridad Social.

Ya nadie habla de la hucha que debió engordarse con el superávit previsto por el pacto de Toledo, para garantizar las jubilaciones, porque se lo han gastado en otras cosas, en los años de euforia, y lo que queda está enjaulado en la deuda pública.

Pero, con la reforma de las pensiones, no es suficiente. Don Emilio Botín, presidente del mayor banco de España, ha señalado que habrá que mantener el ritmo, para avanzar en la reforma laboral y en los cambios de la negociación colectiva.

El gobernador del Banco de España ya había anticipado que era necesario pasar de los convenios colectivos sectoriales a los pactos de empresa.

Y, ahora, el único representante de nuestro país en el comité ejecutivo del Banco Central Europeo insistió con estas palabras:

-“El reto fundamental es la reforma de la negociación colectiva. La recuperación del país pasa por ahí. No verlo es hacer un flaco favor a la economía”.

Está claro que los bancos coinciden y hasta mandan. Por lo que hay que prepararse para lo ha de venir.

Y el señor Rodríguez, presidente del gobierno español, con el propósito evidente de no alarmar, ya lo ha anticipado:

-“Los aspectos fundamentales de la negociación colectiva llevan tres décadas sin conocer reforma alguna y, ahora, la va a conocer y en profundidad.

¿Qué opinarán los empresarios si la negociación de las condiciones de trabajo las tienen que afrontar entre las cuatro paredes de sus casas? ¿Qué dirán los sindicatos si pierden protagonismo a favor de los comités?
Pero la clave de los convenios son las perras, las revisiones salariales.

El hombre de España en el B.C.E aporta un indicio:

-“La rigidez de los salarios y otras condiciones de trabajo provocan que, para los empresarios, sea más atractivo prescindir del empleo que ajustar horas, días o salarios, de manera transitoria…”

Y Doña Ángela, de Alemania, opina con su excesiva autoridad, que los incrementos o revisiones salariales deben hacerse según la productividad y no, como hasta ahora, según la previsión presupuestaria del IPC oficial.

Es más, se plantea que ha de hacerse no por la previsión de futuro sino por lo que se ha producido.
Y lo de la “productividad” ¿Cómo se valorará? Por ejemplo en los parques de bomberos, en una cadena de montajes, en la inspección de Hacienda, en mercamadrid…

Manuel Álcantara, el gran periodista y amigo, con gran experiencia profesional, ha dado la voz de alarma de que nos sorprenderán con más regalos de feria: el copago en sanidad, el encarecimiento en la matrícula universitaria, la discriminación en la atención por dependencia…

¿Y nada más? Desde luego, no es para echar las campanas al vuelo.

Porque, en todo ello, lo que más preocupa a los españoles: el paro obligado, no se va a resolver, ni a corto plazo y ya veremos, después.

¿Habrá que salir a las calles para gritar?

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