martes, 25 de enero de 2011

El Valle de los Caídos sigue sufriendo el acoso de Patrimonio Nacional.

Publicado por  http://www.valledeloscaidos.es/  


Desde hace ya muchos meses, cuando comenzó la segunda fase del cierre de la Basílica bajo el argumento de la restauración de la Piedad, se cortó el aire caliente que proporciona calefacción y una temperatura estable a la Basílica. Desde entonces, la Comunidad y especialmente el sacristán, Fr. Julio, han insistido en la necesidad de su encendido, no sólo por cuestión de habitabilidad, sino fundamentalmente de cara a la conservación del monumento. Ciertamente, la calefacción es un elemento clave en la lucha contra las humedades, las cuales no dañan a la estructura de la construcción, pero sí a la estética. Fr. Julio ha recordado en varias ocasiones que el segundo arquitecto, D. Diego Méndez, señaló la necesidad de mantener encendido el sistema de calefacción precisamente para combatir las previsibles humedades y poder así conservar un monumento que es único en el mundo y que resulta de una innegable categoría artística.

Es curioso que, a partir de la reapertura de la Basílica el 19 de diciembre, sigue sin conectarse, de tal modo que la temperatura es notablemente fresca. Se ha encendido al menos un chorro de aire frío, que sin duda puede contribuir a combatir el humedecimiento, pero no es tan eficaz como el aire caliente y además enfría el ambiente interno. Es cierto que posiblemente el sistema sea caro por ser muy antiguo. No obstante, hay que tener muy presente que el Valle de los Caídos era el monumento que mayores beneficios económicos reportaba a Patrimonio Nacional hasta su cierre en diciembre de 2009 (los cálculos aproximados acerca del año de cierre ascienden a unas pérdidas de casi dos millones de euros, más de 300 millones de pesetas).

Además se une otro dato negativo: durante los meses de cierre, la puerta principal quedó cerrada, de tal manera que el interior se humedeció más. Una vez más, los monjes insistían en que, aun en el caso de que nadie accediera por esa puerta, se abriera para evitar este daño, sin que sus razones fueran escuchadas. Ahora quieren confiar en que se lleven a cumplimiento las palabras que han oído en varias ocasiones acerca del interés por conservar y restaurar un monumento de esta categoría.

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