Unos pocos, muy pocos, le recordamos. Muchos menos
mantenemos vivo su pensamiento y su memoria histórica. Ningún pensador
socio-político fundamentó su ideología sobre cimientos más sólidos que él.
Ningún español captó la esencia de España con tanto sentimiento y raciocinio
como él. Ningún hombre antes que él elevó a lo más alto la relación de la
Justicia Social con la Patria. Ningún político antes que él puso la libertad,
la dignidad y la integridad del Hombre, de todos los Hombres, en el centro de
la acción política, anteponiéndola al Estado, al Capital, al Dinero, a la
Corona y a la Nación; que solo en el servicio a ese hombre encuentran su razón
de ser. Ningún sindicalista antes que él dio al Trabajo la máxima dignidad,
dándole el título de propiedad sobre los medios de producción y receptor de las
plusvalías generadas, eliminando los salarios y superando la sumisión del
trabajo al Capital privado o estatal. Unos españoles le fusilaron injustamente.
Otros españoles le alzaron con honores enterrando su pensamiento y traicionando
su legado.
La gran mayoría de
los suyos no le conocemos. Todavía no hemos sido capaces de imitar su ejemplo.
Él fundamentó su pensamiento en la “ley de amor”, en el servicio, en el destino
de la trascendencia hacia lo espiritual sobre la base del Pan, la Patria y la Justicia.
Murió perdonando y deseando la paz y la felicidad para los españoles y la
humanidad.
José Antonio, que tu
Falange y los falangistas fieles a la esencia de tu pensamiento, filosofía
política y ética personal, sepamos regalarte lo mejor de nosotros para que el
bien que sembrastes de frutos abundantes para nuestra Patria
España y el Mundo.
Editorial de
elmunicipio.es
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