[Artículo de José
Briz Méndez, de la Junta Nacional de FE de las JONS Auténtica, aparecido en
diciembre de 1977 en el periódico del partido, Patria Sindicalista].
“La Falange empieza a
perder su condición de movimiento de clases medias para ir reconvirtiéndose en
otro popular y democrático. Comienza a surgir entonces la verdadera Falange, la
del TRABAJO”.
No cesan los intentos
de manipulación de la doctrina falangista. La falsificación franquista intenta
perpetuarse no solo por las bandas traidoras de Fernández Cuesta, sino también
por aquellos que a partir de una interpretación liberal y acrítica de los
textos joseantonianos, olvidan el contexto de la España de hoy. Son los que
consideran inamovible todo cuanto fue escrito por el Fundador, sin discernir lo
fundamental de lo coyuntural, la sustancia del accidente. Son los que
convierten a José Antonio en algo sacralizado e inmóvil, momificándolo y
traicionando a quien consideró al hombre como un “clásico” en sí mismo. Nada
más lejano de la verdadera Falange que este tipo de inmovilismo dogmático,
regresivo, nostálgico y reaccionario. José Antonio nos da cumplido ejemplo con
su propia evolución ideológica, realmente sorprendente y significativa, en el
corto espacio de su vida política. Por ello, nosotros oponemos la Falange
creadora, la que sigue la norma joseantoniana para partiendo de lo fundamental
proyectarse hacia el futuro, a aquella otra detenida y arriscada en el pasado,
definitivamente truncada con la muerte de José Antonio.
La sublevación
militar del 1936 sorprende a una Falange desmedulada y desvirtuada por la masa
derechista que a ella había acudido asustada por el triunfo del Frente Popular,
huérfana, para mayor desgracia, de José Antonio, entonces preso en la cárcel de
Alicante. Los auténticos falangistas son minoría ya en Falange, José Antonio no
puede continuar su labor doctrinal y política y sus seguidores, los que
entonces dominan la dirección de la Falange, no poseen la capacidad ni la
visión del Jefe Nacional. Pronto son superados por las circunstancias y se
inicia un proceso de descomposición que culminaría el 19 de abril de 1937.
Manuel Hedilla libró la última batalla por aquella Falange de la primera hora.
Muerto José Antonio, encarcelado Hedilla, la falsificación franquista es
inevitable.
Pero estos hechos no
bastan para explicar por sí solos la situación de la Falange. Tenemos que
remontarnos al momento mismo de su fundación formal, asumir y comprender la
evolución ideológica de José Antonio, para darnos cuenta que en la Falange
originaria se producen cambios y mutaciones fundamentales que son,
precisamente, las que pueden explicar la posición de la auténtica Falange.
Recordemos que los primeros hombres que secundan a José Antonio proceden de las
capas sociales más altas y se detecta en ellos la fascinación fascista que
propiciaba la época. El mismo José Antonio, en la medida que se concretaba su
pensamiento político revolucionario va desprendiéndose de estos al tiempo que
acuden otros procedentes de la clase media para, en los últimos tiempos de la
Falange de pre-guerra, producirse el proceso de acercamiento, con las
diferencias que conocemos y compartimos, hacia posiciones lindantes con el
anarcosindicalismo.
La Falange empieza a
perder su condición de movimiento de clases medias para ir reconvirtiéndose en
otro popular y democrático. Comienza a surgir entonces la verdadera Falange, la
del TRABAJO.
A ella acuden,
consecuentemente, los trabajadores. La guerra, funestamente, corta de raíz esta
evolución y son de nuevo los fascistas de la primera hora los que se apoderan
de la Falange, con la colaboración de las derechas asustadas que buscan
protección. Renuncio a citar las pruebas históricas por ser bien conocidas.
Pero que conste que José Antonio era consciente que la Falange tenía que ser depurada
de sus adherencias fascistas y de los hombres que la representaban. Conocemos
testimonios de que así era, algunos recogidos en libros de reciente
publicación. Es más que previsible que el pensamiento de José Antonio, en los
momentos finales, fuera más allá (piénsese en el juicio, como indicio) de lo
que estaba escrito, de lo que sus más directos colaboradores pudieran suponer.
Algunos de ellos ya se ocuparon, fusilado el hombre y la idea, de ocultar la
postrera evolución del desparecido, para reducir la Falange a un movimiento
anti-marxista más en consonancia con sus propias convicciones y las del
Dictador a que servían. No hace mucho, José Bugeda publicaba en “Pueblo” un
artículo, a nosotros dedicado, en el que recogía, transmitida por Pedro Mourlane
Michelena, una desconocida frase de José Antonio increíblemente esclarecedora
para entender la verdadera posición de la Falange, que, y citamos ya a José
Antonio, “no ha nacido contra el marxismo, ha nacido contra “El Debate”.
Es evidente que José
Antonio, desgraciadamente, no pudo completar su obra. La Falange no sólo no
paso de su periodo fundacional, sino que sufrió una falsificación regresiva sin
precedentes en otros grupos políticos. Retomemos pues la Falange fundacional, y
fieles al espíritu y al ejemplo de José Antonio, caminemos sin miedos, sin
inhibiciones reaccionarias hacia la Falange del futuro, la que logrará la
definitiva libertad de los hombres y pueblos de España.
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