Infocatólica / El cardenal y arzobispo de Madrid ha afirmado que la CEE deberá «avanzar en su organización interna y en la eficacia del
servicio que presta». En todo caso, ha precisado que la «gran» tarea pendiente es la de la misión y
nueva evangelización y ha explicado que el Papa Francisco les dio
«pistas sugerentes y valiosas» de cómo hacerlo durante la Visita Ad Limina.
En esta línea, ha hecho un repaso a
los casi 50 años de vida de la CEE y, de cara al futuro, ha asegurado
que los obispos no ahorrarán esfuerzos para abrir nuevos caminos al Evangelio
en medio de una situación cultural actual «que se puede calificar de
postcristiana».
No obstante, ha admitido que «la situación no es fácil» porque la sociedad
española sufre «el envejecimiento
alarmante de la sociedad, con el matrimonio y la familia atravesando una crisis
profunda» y «la cultura disgregadora y materialista del tener y
disfrutar»
También ha mostrado su preocupación
por la situación de los inmigrantes y de las clases medias afectadas por la
crisis; por los «graves problemas de identidad» en la nación española, «amenazada por posibles
rupturas insolidarias» y por el «nivel intelectual» del discurso
público, «más bien pobre» y «afectado por el relativismo y el emotivismo».
Todo ello, según ha apuntado, «configura una situación cultural que bien se puede calificar de 'postcristiana'».
Aunque también ha señalado que hay «muchos signos para la esperanza» con una
nueva generación de sacerdotes y de laicos, con familias y jóvenes cristianos
comprometidos y con muchos abuelos que son «verdaderos apóstoles».
Por ello, ha asegurado que los
obispos españoles «no ahorrarán esfuerzos para abrir nuevos caminos al Evangelio,
como quiere el Papa, en un verdadero estado de misión permanente».
Repaso a la historia de la CEE
Tras encomendar a la misericordia de Dios a los fallecidos en el atentado
terrorista cometido hoy hace diez años en Madrid y pedir al Señor que cure las
heridas morales de las familias y conceda a todos la paz, el cardenal Rouco
Varela ha hecho un repaso a estos casi
50 años de vida de la CEE. Concretamente, se ha referido a las
intervenciones de los obispos ante cuestiones como el matrimonio, la familia,
la escuela y la tutela de la vida humana y ha puntualizado que cuando se han
pronunciado sobre estos temas no lo han hecho para reivindicar ningún
privilegio para la Iglesia sino para «colaborar
a la justa ordenación de la vida social y a la tutela adecuada de los derechos
fundamentales».
Así, ha recordado que en los últimos años, «ante la agudización de la
crisis social, y sobre todo legal, de la institución matrimonial y de la
familia», la CEE «ha dejado oír su voz en diversas ocasiones con el debido
respeto y con la necesaria claridad» así como a través del documento de 2012
'La verdad del amor humano. Orientaciones sobre el amor conyugal, la ideología
de género y la legislación familiar'.
Por la educación católica y el derecho a la vida
También, según ha indicado, se han pronunciado sobre la educación pues
consideran que «el Estado ha de velar
para que todos tengan acceso a la educación y por la calidad de la misma
pero no puede sustituir a la familia ni a la sociedad en la tarea educativa».
De hecho, ha defendido que la escuela católica, «que sufre las dificultades
propias de la crisis de la fe, sigue siendo un instrumento básico de ayuda a
las familias católicas e incluso no católicas».
En cuanto a la tutela del derecho a
la vida que, según ha precisado, «se ha enfrentado en los últimos años a
nuevos desafíos, tanto en los comienzos de la existencia como en los finales de
la misma» y, por ello, han publicado documentos como 'Algunas orientaciones
sobre la ilicitud de la reproducción humana artificial y sobre las prácticas
injustas autorizadas por la Ley que la regulará en España', de 2006, y otros
sobre la regulación del aborto y del
proceso final de la vida.
Desafíos del Estado laico
Durante su alocución, el cardenal también se ha remontado a los comienzos,
cuando las enseñanzas del Concilio Vaticano II unidas a razones de orden social
y político impulsaron a los obispos a unirse más para responder a los «desafíos
planteados por el Estado laico y por un orden sociopolítico frecuentemente
perturbado».
Desde entonces, según ha señalado, la
Iglesia española ha acompañado a la sociedad con sus reflexiones como en el
momento de votar en el referendum sobre la Constitución, cuando
recordaron el deber de hacerlo. Igualmente, ha recordado los desarrollos
legales, que «no fueron fáciles» pues «la legislación que habría de tutelar el
derecho de todos a la vida, la estabilidad del matrimonio y la educación según
el principio de subsidariedad, que creó problemas que subsisten de uno otro
modo hasta hoy mismo».
En este sentido, ha concretado que la Conferencia Episcopal, según ha
concretado, «sin entrar nunca en debates de política de partido, defendió
siempre la adecuada tutela de los derechos humanos, no confundiendo el orden
moral con el orden legal, pero denunciando que ambos órdenes transitaran por
caminos divergentes».
El arzobispo de Madrid también se ha referido a los años 80 y 90, cuando, «el modo de vida de la sociedad, en
particular, en sus dimensiones políticas, padeció una secularización creciente»,
cuyas causas, a su juicio, «están todavía por analizar con el cuidado que
merece un hecho tan perturbador de la vida de las personas y del pueblo».
Contra el terrorismo
Rouco ha añadido que ya en el nuevo siglo XXI, la CEE abordó uno de los
problemas que «seguían pendientes de solución» como era el terrorismo.
«Teníamos pendiente una especie de deuda pastoral que era necesario saldar ante
nuestra sociedad, que con razón pedía a
los pastores de la Iglesia una mayor clarificación acerca del fenómeno del terrorismo,
como ineludible aportación a la paz social y a la justicia para con las
víctimas», ha señalado.
Con este fin, ha recordado que la Asamblea Plenaria de noviembre de 2002
publicó la instrucción pastoral titulada 'Valoración moral del terrorismo en España,
de sus causas y de sus consecuencias' en la que identificaron «un cierto nacionalismo totalitario como matriz
ideológica del terrorismo de ETA».
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