Años 70. Aunque los camaradas ponían buen gesto, no lo era el tiempo. Frío pelón: cada amanecer, escarcha. Sin otro lugar en que congregarse para el albergue de Semana Santa, los del FES se habían acogido a la parca protección que dispensaban las paredes, no los techos, vencidos ya hacía años, de unas casetas de obra que habían abrigado a quienes construyeron el pantano de Revenga, en Segovia. Sus ventajas tenía el lugar: razonablemente accesible, hurtado de miradas ajenas, agua potable, geográficamente céntrico… y de balde.
En una de las fotos que entonces se tomaron, agazapadas hasta hoy en un pliegue de algún disco duro, aparecen quienes hacían cabeza de la organización en Madrid. En otra, los levantinos; y, entre estos, con su sonrisa de hombre cabal, a la izquierda del grupo, Evaristo Meana. La imagen ayuda a tenerle presente.
Enviado por Carmelo García Franco.
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