miércoles, 2 de noviembre de 2011

¿Dónde está la libertad de la democracia?



La democracia liberal tiene aspectos, cuanto menos, curiosos. Según sus partidarios, uno de sus pilares es la libertad de expresión para TODOS. Sin embargo, esos mismos individuos luego son los primeros en aplicar la herramienta de la censura utilizando la colectilla de TODOS EXCEPTO...
¿Alguna vez se han dado cuenta los demoliberales de semejante hipocresía?

De siempre, el término TODOS a hecho referencia a eso precisamente, a TODOS los individuos que viven dentro de una determinada sociedad marcada por unas reglas específicas que derivan de una Norma Fundamental o Constitución.

Relacionado con la libertad de expresión está el asunto de los partidos políticos. También, según la democracia liberal, éstos son representantes de la voluntad de los ciudadanos que habitan en un determinado Estado.

Como se lleva comentando, desde hace varios meses, en los corros del mundillo falangista, este 20 de Noviembre habrá pocos españoles que puedan tener la opción de votar a alguna formación que defienda los principios nacionalsindicalistas del catolicismo, la unidad de España y la justicia social.

¿A qué se ha debido todo esto? A la reforma de la Ley Electoral y sus exigentes requisitos casi imposibles de conseguir para las formaciones extraparlamentarias. Nuevamente, ha quedado demostrado que los partidos políticos tan sólo dividen a los ciudadanos de una misma nación. Y, también, hemos podido volver a ver que, en un sistema que presume de ser“democrático”, hay partidos políticos y PARTIDOS POLÍTICOS (la diferencia está en que, según parece, sólo estos últimos tienen derecho a participar en los comicios, exponer sus programas a los ciudadanos y tener opciones reales de obtener representación parlamentaria).

¿En qué queda la supuesta libertad que nos han vendido durante tantos años? ¿Tan sólo en el derecho a pensar como queramos dentro de nuestra vida privada o por bitácoras y demás herramientas de las nuevas tecnologías, siempre y cuando no molestemos u ofendamos a las poderosas clases oligarquico-capitalista y política?

Pues yo, para ser sinceros, no quiero su asquerosa y falsa libertad. Prefiero decir alto y claro, sin tapujos, que soy un esclavo del Sistema. Sí, un esclavo. La esclavitud no consiste sólo en tener una cadena al pie, sino en ser consciente de si uno mismo es quien marca y decide su destino. En mi caso, me encuentro atado a una carrera universitaria y a un futuro trabajo desmotivador. Pero no soy el único, está claro que a muchos les espera el mismo destino a que a mí. ¿Y cuál es la diferencia? Que yo, al menos, soy consciente de que no soy libre y no me creo lo que me venden.

Social, económica y políticamente, somos esclavos de un ente superior al que apenas podemos hacer frente si no somos conscientes de nuestra situación real. Es hora de aceptar que no vivimos en un mundo maravilloso. Llegó el momento de descubrir nuestra Matrix particular.

Gabriel Garcia.


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