domingo, 11 de septiembre de 2011

Palabras con que José-Ramón presentó a Ceferino en “El Signo del Krak”.


Los organizadores de esta tertulia me han encargado que os presente a Ceferino L. Maestú Barrio, empeño un poco baldío, porque, por su dilatada e intensa actividad, es persona sobradamente conocida. Me han advertido además de que huya como del diablo de alabanzas y piropos, sabedor que es, por José-Antonio, que son las niñas tontas sus más felices destinatarias, y no es el caso.

Acaso sea la Falange, como suele decir Francisco Blanco, una realidad poliédrica. Si es así, no me cabe duda de que una de las facetas que con mayor fidelidad responden a la idea original que ha devenido en aquella figura geométrica es la que deja ver la ejecutoria de Ceferino L. Maestú.

Para mis camaradas del FES de los 60 y 70 y para mí, Ceferino fue, en nuestra comprometida y ya lejana juventud, un personaje casi mítico, del que se hablaba como entre brumas, en pasado, alabada su hombría y voluntad política, lamentada su lejanía en la militancia, referencia al umbral fundacional de un empeño político que trató de resucitar la Falange joseantoniana al margen del Movimiento Nacional y en oposición al régimen del que éste se predicaba sustento.

Con los años he tenido la ventura de conocerle, de tratarle y de constatar aquella virtud y brío que, en el umbral de la noventena, Dios le sigue dispensando.

Maestú nació en 1921. Su padre, abogado, de Izquierda Republicana, murió cruel e injustamente, en los primeros días del alzamiento del 36, en La Línea de la Concepción, a manos de las tropas africanas de Franco que habían pasado el estrecho.
Refugiado en Vigo, conoció, de labios de Jesús Suevos, una Falange, aún no unificada, a la que se adhirió de todo corazón, hasta el punto de enrolarse como combatiente voluntario, con sólo dieciséis años.

En la posguerra, de la mano del padre Llanos, fundó la centuria “Íñigo de Loyola” del Frente de Juventudes, por la que pasaron tantos, tan significados: Carlos Alonso del Real, Miguel Sánchez-Mazas, José-Luis Rubio, José Bujeda, Pablo Ortega, Vicente Royo, Benigno Rodríguez Alda, Jaime Suárez… de los que hizo memoria en uno de sus muchos libros, La vida que viví con los demás.

Disuelta la centuria, por no querer pasar al Movimiento, de la mano de Carlos-Juan Ruiz de la Fuente, de Patricio González de Canales, de Narciso Perales, de Sigfredo Hillers, anduvo en la tentativa de organizar a los falangistas a la intemperie, fuera de los cauces que ofrecía el oficialismo del momento.

Se comprometió después en la lucha sindical, en el intento de la Unión de Trabajadores Sindicalistas, con viejos camaradas, con los que participó luego en el aliento de las originarias Comisiones Obreras. Detenido y encarcelado, trató después la articulación de un sindicalismo genuinamente independiente, izando la bandera de la Confederación de Trabajadores Independientes.

Dicen los musulmanes que, aunque el esfuerzo es del guerrero, la victoria es de Allah; y decimos los cristianos, más pacíficamente, que no importa quién planta ni quién riega, sino que es Dios quien pone el incremento (1Cor 3,5-6).

El balance de una vida no se mide por los parámetros del éxito, que si así fuera, la de Ceferino resultaría ser un monumental fracaso.

Ni contigo ni sin ti tienen mis penas remedio: ni el propósito de alentar una sola formación política que recogiera y proyectara los propósitos de José-Antonio ha cuajado, hoy por hoy, en su plenitud, ni tampoco el afán de un sindicalismo independiente y revolucionario ha cosechado éxito, a la fecha.

Ni con el nombre querido y manoseado de la Falange, ni sin él, han prosperado sus empeños.

Otros laureles humanos sí se le han dispensado, que los ojos se le iluminan justamente de ilusión consumada cuando habla de su mujer, de sus muchos y talentosos hijos, cuando evoca su trayectoria profesional.

Con todo, las pretensiones que alentaron su primera militancia siguen vivas y con fuerza. Vamos a tener la suerte de escucharlo de su voz.


No hay comentarios:

Publicar un comentario