viernes, 22 de julio de 2011

Ya está bien de independentistas.


Por Ceferino L. Maestú.

Muchos españoles estamos hartos de que cierto número de vascos, catalanes, gallegos, canarios, etc, nos amenacen a los demás diciendo que no quieren nada con nosotros.
Pero ¿se han parado a pensar qué sería de ellos sin el mercado español, que ha sido el único o principal consumidor de sus productos?

Piden la independencia pero, no hace mucho, Durán y Lérida como Arturo Mas, en declaraciones públicas en la prensa, reconocían que la independencia sería la catástrofe y el suicidio para Cataluña.
Ahora, lo votantes de Bildu, en el País vasco o Navarra, alardean de que su éxito electoral es la “vía” pacífica a la Independencia que demuestra a ETA su equivocación.

¿Cuánto tardarán en reconocer que la separación de España no sería lo mejor para ellos?

Y no solo la pérdida del mercado español sino también del europeo, al que no podrían acceder sin que hubiera unanimidad de sus miembros.

Es verdad que España no sería la misma sin Cataluña y el País vasco, pero sería más fácil para nosotros salir adelante contando con Europa, y ellos no.

Miles de españoles, dispersados por la península, tenemos apellidos vascos o catalanes. Nuestros antepasados vivían en las provincias vascas, catalanas o en Navarra, y asistimos indignados a la locura que están provocando unos partidos políticos que, mayoritariamente, pretenden alcanzar el poder con falsas promesas que remueven el corazón romántico de las gentes, aunque saben que la independencia sería, para ellos, un suicidio colectivo.

Ya está bien de ocultar la verdad a sus pueblos. Los vascos y catalanes, los castellanos, los andaluces y los demás tenemos características diferenciales pero, con los siglos de convivencia, nos hemos acostumbrado, hemos aprendido a respetarnos, a trabajar juntos, haciendo de España una gran comunidad.

Romper ahora la obra de nuestros antepasados no hay derecho alguno que lo justifique.
Eskadi y Catalunya, se llame como se llame, cuentan con independentistas irresponsables, pero también muchos que, dentro y fuera, tenemos claro que sería una locura para ellos y para los demás.




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