Por Ceferino L. Maestú.
Y hablan de la reforma de la negociación de convenios, para reducirlos al ámbito de la empresa.
Y hablan de la temporalidad y eventualidad del contrato de trabajo.
Y hablan del salario en relación con la productividad, congelándolo básicamente, suprimiendo la revisión automática según el I.P.C.
Ya se suprimieron, hace años en plus de antigüedad, la paga de beneficios, la representación laboral en los consejos de administración y el artículo 35 de la Ley de Relaciones Laborales.
Y tenía toda la razón, entonces y ahora. La Banca no puede seguir como está. No habrá que robarle nada a nadie pero sí que deje de ser el negocio privado, usurario, de unos grupos, que mandan y deciden en el país. Cuando se debe tratar de un servicio público, en una economía de mercado, que sirva a los intereses generales y no, sobre todo, los particulares de grupos de poder.
Así mismo la empresa, legalmente, tiene que ser la sociedad de cuantos trabajan en ella. Si se necesita un capital, instrumento, sus detentadores, si lo prestan o aportan, tenderán un derecho de renta pero nunca de propiedad.
Sobre estas bases, si que hay que hacer la reforma que sirva de ejemplo, también, para los demás países de la Unión Europea.
No es demagogia. Ya hay voces que hablan de la necesidad de aprovechar la crisis para modernizar, progresar, en la auténtica reforma de relaciones laborales y socio-económicas.
Ya está bien de parches y engaños.
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