¿Cómo va usted a luchar en las próximas elecciones?, preguntaba el periodista señor Ortega Lisson.
La Falange aún no ha adoptado una actitud definitiva ante las próximas elecciones. Desde luego, no se alineará ninguna alianza que se constituya con un sentido de "unión de derechas". La Falange no es un partido de derechas, como tampoco lo es de izquierdas. Entiende que estos valores de derechas e izquierdas están caducados, por descansar sobre concepciones laterales, incompletas, de lo que es España. España es para nosotros la "unidad de destino" que diferencia en lo universal a un grupo de pueblos. Las izquierdas, al entregarlo todo a decisiones de voluntad, niegan la permanencia inconmovible en esa unidad de destino, superior a todas las decisiones; así, bajo el signo de las izquierdas, el Estado no encuentra justificación para cerrar el paso, aun contra la voluntad de los demás, a las corrientes separatistas, que son la negación de España, y el comunismo, que es la negación de toda una manera occidental, espiritual, cristiana de entender el mundo. Las derechas, por el contrario, desconocen que un pueblo es también una comunidad material de existencia, en la que nadie puede considerarse exento de participar, por duros que sean, en los sacrificios comunes. Nosotros entendemos que lo nacional y lo social han de integrarse en una síntesis superior, que para nosotros cuaja en la fórmula nacionalsindicalista. Con este sentido integrador hemos propugnado un frente nacional. Y no entraremos en coalición alguna que nos exija el apartamiento de nuestra doctrina.
–¿Qué número de diputados fascistas cree usted que irá a la futura Cámara?
–Supongo que querrá usted decir nacionalsindicalistas. No puedo contestarle. No existiendo en España la representación proporcional, no es posible predecir nada, mientras no se sepa cómo quedarán constituidas las candidaturas.
–¿Triunfarán las derechas?
–Creo que no.
–¿Cuál cree usted que será la composición del nuevo Parlamento?
–Me entregaré, como pasatiempo, al papel de adivinador. He aquí un cálculo en el que, por tratarse de un pasatiempo, prescindo de la posibilidad de alguna participación nuestra: nacionalistas regionales (más o menos declarados), 60; centro, 100; derechas, 140; izquierdas, 170.
–Si lograra usted el triunfo, ¿qué política desarrollaría?
–El triunfo electoral próximo de mi partido es una hipótesis absurda. Cuando la Falange triunfe desarrollará una política acorde con el sentido de mi primera respuesta, tal como está sistemáticamente formulada en los veintisiete puntos de su programa.
–¿Qué sucesos políticos prevé usted para el aiío próximo?
–Este: las izquierdas burguesas volverán a gobernar, sostenidas en equilibrio dificilísimo entre la tolerancia del centro y el apremio de las masas subversivas. Si los gobernantes –Azaña, por ejemplo– tuvieran el inmenso acierto de encontrar una política nacional que les asegurara la sustitución de tan precarios apoyos por otros más fuertes y duraderos, acaso gozara España horas fecundas. Si –como es más probable– no tienen ese acierto, la suerte de España se decidirá entre la revolución marxista y la revolución nacional. Ortega Lisson.
(Blanco y Negro, 25 de diciembre de 1935).
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